Graciela Freda: “Yo soy el hacer”
Un integrante muy joven de Uruguay Trabaja había muerto en un accidente de tránsito. Ese día, Graciela Freda movió cielo y tierra, y tras muchas gestiones, logró organizar un “sepelio digno”. Unas horas más tarde, consiguió algo todavía más difícil: que el hermano del joven pudiera salir de la cárcel para despedirse durante unos minutos.
Ella cuenta ese episodio emocionada, y sabe que de alguna manera ilustra una característica de su gestión al frente del programa Uruguay Trabaja en la Universidad CLAEH: siempre dar un poco más de lo que se pide, ir un paso más.
Graciela entró a trabajar en la Universidad cuando todavía no lo era, en el año 1980. Le habían encargado duplicar las suscripciones de Cuadernos de CLAEH. Desde entonces puso el sello de “un poco más” y las triplicó, recuerda. Así se integró a la institución que siente como su segunda casa y que ahora, 40 años después, está dejando para jubilarse.
No fue difícil triplicar las suscripciones, dice, porque Cuadernos del Claeh era una especie de respuesta a la situación que se estaba viviendo en ese momento, la dictadura.
El CLAEH, recuerda, era un lugar donde la izquierda encontraba cursos, charlas, actividades… Ha habido intendentes, ministros y senadores que eran docentes en esa época, comenta.
“El CLAEH pasó a ser mi segunda casa. Lo cuido y lo defiendo siempre”. Dentro de la institución, trabajó en muchos lugares: en la Secretaría General, en el Instituto Universitario, en la Secretaría Ejecutiva, en Bedelía…
En 2005 el Mides lanzó la licitación de Uruguay Trabaja (en ese momento se llamaba Trabajo por Uruguay) y ella encontró su mejor lugar. “En el CLAEH me he formado en cursos de intervención social, en políticas sociales… El CLAEH me ayudó a formarme y a desarrollar el compromiso humano que yo ya tenía”.
Fueron 15 años de darlo todo y la sensación de que hay muchas cosas en el debe, no del CLAEH sino de la sociedad, dice. Pero también está todo lo hecho: la cantidad de mujeres que incorporaron la importancia de hacerse controles, la cantidad de hombres y mujeres que pudieron terminar la escuela, que pudieron tener vacunas, mejorar su salud bucal, conocer sus derechos, recibir capacitación y, en muchos casos, conseguir un trabajo.
La inserción laboral no es algo que se pida en los pliegos del programa, pero su desvelo ha sido mejorar en esa área y así lo ha hecho, cuenta. No solo ella, aclara. Hay un muy buen equipo, sólido, y excelentes talleristas, “todos muy comprometidos”, dice. “Abrazan la idea del CLAEH del desarrollo humano. La maestra, por nombrar a alguien, hace milagros para enseñar a gente de 61 años a terminar la escuela”.
Con todo respeto hacia otras instituciones, aclara, está convencida de que la Universidad es una de las que mejor ha llevado adelante el programa Uruguay Trabaja. “Este año hemos logrado más que otros”, destaca. “El CLAEH trasciende, hace cosas que el programa no pide”, explica.
Ahora se jubila, pero se va tranquila porque confía en el equipo que la sigue. Piensa en hacer algún tipo de voluntariado, aunque sus hijos le han sugerido que priorice el descanso.
También le ofrecieron integrar Red de Humanismo Cristiano y, aunque le gusta la idea, las reuniones no son lo suyo, dice. “Yo soy el hacer. Yo pienso y hago”.