Adiós “Pepe” Arocena
Es con profunda pena, casi con desolación, que cumplo con el deber de comunicar a la comunidad universitaria – socios, profesores, estudiantes, directivos, personal, colaboradores y amigos – el fallecimiento de José Arocena.
Aunque pueda sorprender, no voy a ocuparme de su pasado. Pepe Arocena fue un personaje muy relevante en muchos ámbitos de la vida nacional. Fue Vicerrector Académico de la Universidad Católica, integró el Consejo Directivo del CLAEH, fue docente e investigador universitario y permaneció durante mucho tiempo como Presidente de la Corte Electoral, órgano emblemático de nuestra democracia, lo que revela el singular respeto con el que fue considerado por todos los actores de la vida política, sin distinción de partidos o ideologías.
Ese pasado sería imposible de resumir aquí, y seguramente será aludido en estos días por personas de la escena política, por comunicadores, periodistas e incluso, más adelante, por historiadores. Sólo me referiré al futuro. Un futuro que proyectábamos compartir estrechamente, ya que Pepe había aceptado ocupar la Presidencia de la nueva Junta Directiva de la Universidad Claeh, a constituirse la semana próxima. Este proyecto había sido largamente conversado en los últimos meses y era con gran ilusión que Pepe esperaba volver a volcar en beneficio del Claeh el enorme tesoro de su capacidad, experiencia y conocimiento.
Luego de un enorme esfuerzo dedicado a la vida política, esperaba con alegría retornar a su Casa, dedicarse nuevamente a la vida académica, contribuir al fortalecimiento de la identidad de la universidad, enfrentar los desafíos, definir los caminos a transitar, diseñar las estrategias, organizar los recursos, contribuir a la toma de las
decisiones. Todos los compañeros del Claeh, los herederos de aquel grupo de soñadores que se nuclearon en torno a la experiencia de trabajo intelectual dirigido a la intervención social en pos de una economía humana, teníamos la expectativa de trabajar juntos durante los próximos tres años y beneficiarnos con su sabiduría y su perspicacia. La noticia abrupta de su pérdida física destruyó ese proyecto, sin explicación ni justificación aparente, como siempre ocurre con las situaciones límites, expresión de misterios inexplicables.
Sin embargo, ese futuro, ese proyecto, se mantiene. Nos queda no solamente el recuerdo de su figura, sino su extenso testimonio. Nos quedan los diálogos, las conversaciones, los artículos, los libros, las clases, las conferencias, el consuelo de haberlo tenido como expositor de la clase inaugural dictada para el comienzo de los cursos universitarios de este año, siempre proponiendo un pensamiento lúcido y comprometido, en este caso sobre la necesidad de humanizar la tecnología que amenaza con someter las personas a los algoritmos. Nos queda la confianza compartida en que la vida del hombre es un camino que llega almás allá, y el compromiso de hacer presente en la labor universitaria cotidiana – que consiste, como decía Pepe, en convertir información en conocimiento – aquella utopía común de un reino de justicia y paz que se encarna en el presente de la historia.
Nos queda, en suma, el agradecimiento. En nombre de la Universidad Claeh, de la Junta Directiva y del Consejo Superior Universitario, comparto con sus familiares un apretado abrazo.
Dr. Carlos de Cores
Rector de la Universidad CLAEH