Nuestras bibliotecas cuentan

Nuestra institución tiene un fuerte origen en la generación de publicaciones, atesorando la creación de la primera revista académica en materia de ciencias sociales de nuestro país, y de las primeras de la región; Cuadernos del CLAEH. Esto siempre estuvo acompañado por el desarrollo editorial propio y un sistema de bibliotecas fuerte que hoy llega a cerca de 24 mil títulos entre sus dos sedes de Montevideo y Punta del Este.

El acervo bibliográfico cuenta con una diversa colección de libros y revistas de especialización en ciencias sociales, gestión cultural, derecho y medicina además de documentación parlamentaria entre otros.

Para conocer un poco más visitamos las bibliotecas de ambas sedes, cada una con su sello distintivo, “magia” e identidad en sintonía con el entorno y dialogamos con sus protagonistas.

Ana Belén Cossio Ferreira, tiene 26 años y es oriunda de Montevideo. Se recibió como Licenciada en Bibliotecología hace un año atrás, tiempo en el cual también comenzó a trabajar en la biblioteca de la universidad en la sede de Punta del Este como asistente.

“La biblioteca para mí no sólo significa un espacio para prestar libros, sino que espero sea un espacio en el que los usuarios se sientan seguros, al que puedan recurrir para aprender, reflexionar, y disfrutar de la lectura” asegura con voz tenue.

La acompaña Lucía Bentancor Frachia, quien también recibida de la Licenciatura en Bibliotecología, cuenta que hace siete años que trabaja en la biblioteca de la sede a la que acude todos los días desde Pan de Azúcar donde vive con su pareja y su hija de cuatro años de edad, la que cada tarde la espera al retorno con un libro en la mano.

“Desde el ingreso a la universidad a la actualidad hemos transitado por varios cambios y procesos donde siempre se ha tratado de que nuestra biblioteca no pierda visibilidad ni la importancia fundamental que tiene para el centro de estudio” dice segura.

“Si bien las bibliotecas en general siempre tienen que realizar un arduo trabajo para que no se olviden de ellas, es nuestra labor como profesionales asegurarnos que esto no suceda, proponiendo nuevos proyectos y actualizándonos de acuerdo a nuestro entorno” agrega.

En una reflexión compartida ambas entienden que las bibliotecas “nunca van a desaparecer”, aunque en esta era de la tecnología por momento se duda de su existencia en el tiempo, no habrá nada que sustituya al libro en papel. “La lectura atrapa al lector, en los momentos más difíciles que ha transitado el mundo las bibliotecas siempre han sobrevivido y han sido las que sacaron al menos un instante a la persona de la difícil situación que este viviendo” sostiene segura Lucía mientras apila unos libros.

“La lectura no puede ser obligatoria.
El placer no es obligatorio,
el placer es algo buscado” Jorge Luis Borges

Cita mientras asegura que en la biblioteca de la sede universitaria se enfocan en ello, creando espacios  y momentos en los que los estudiantes se sientan cómodos para que puedan estudiar, pero también tengan un momento de elegir una lectura que los transporte a otras realidades y fantasías  y “por un instante dejen de lado el estrés de lo cotidiano para darse un tiempo de sobrevolar a otro lugar a través de una historia que los cautivó“.

 

En Montevideo nos reciben Rita Grisolia, quién sigue recordando “cuando el Claeh era el Claeh” y Andrea Muñoz.
Ya en la mañana habíamos estado con Pamela Charlin que es quien directamente trabaja con los estudiantes de la Licenciatura en Gestión Cultural hasta el mediodía.
Rita comenzó a trabajar en la biblioteca de la sede Montevideo, cuando aún era la única sede en el año 1994 disputando los tiempos iniciales con Alejandro Coto. En ese entonces aún no estaba recibida, título universitario que llegó después y empezó a laborar en el tercer piso de la Casa Lerena, en lo que era la biblioteca de la antigua casona cuando era residencia familiar, de este edificio histórico que cumple 100 años en este 2024. Esa biblioteca personal en lo alto había sido construida especialmente por un artesano italiano en agradecimiento al médico otorrinolaringólogo propietario de la Casa Lerena por entonces por salvarle la vida a su hijo y en tal sentido cada detalle fue realizado a gusto y medida como por ejemplo el ascensor que lleva directo al lugar que hasta tiene un asiento de descanso,  y que se puede trancar para que la persona que se encontrara en la biblioteca pudiera estar en exclusiva, motivo por el cual también había un dormitorio independiente con baño en suite donde hoy funciona la oficina del rector y de secretaría general, una ropería, grandes bistró y pinturas cargadas de simbolismos desde los signos del zodíaco hasta la imagen de San Ñucas y un acceso a un patio en la terraza, “desde el que, según cuentan otros se veía la playa” dice Rita en tono de narrador oral de esos que tanto le gustan.
“Allí había una pared con los folletos – revistas de pocas páginas – y revistas. En la otra área la colección de los libros” recuerda y agrega: “Llegó un momento, como suele suceder en el que el espacio no era suficiente y emprendimos la primera mudanza de la biblioteca”.
Juntas repasamos las cinco mudanzas de la biblioteca, sin nada que envidiarle a una “biblioteca viajera” o a las hoy llamadas “itinerantes”.
En el recorrido nos detuvimos cuando en el año 1997 con la conformación  del Instituto Universitario y la incorporación de formación en posgrados en economía de la salud y también en historia contemporánea “se bajó” la biblioteca al segundo piso donde hoy hay dos salones pero antes había solo uno que supo ser biblioteca.
“Era la primera vez que mudaba una biblioteca con todo lo que eso significa y con la colaboración de dos jóvenes de 18 años que no tenían experiencia de nada, pero entre los tres lo logramos y fue una vivencia preciosa” recuerda Rita con alegre melancolía rememorando la sensación de satisfacción por haberlo conseguido.
La mudanza llevó un mes, y se hizo a través de unos cajones que mudaban pianos y fueron trasladando a través del ascensor.
“La biblioteca tiene que salir en orden para entrar en orden, eso es fundamental y fue el gran desafío” nos explica.
“Recuerdo como anécdota que cuando estábamos en pleno armado con una gran cantidad de paquetes por todos lados, un día abre el ascensor Gerardo Caetano y me dice “Hola, Henry Finch y me deja en medio de ese desorden a un historiador inglés reconocido y yo de túnica y en medio de todo le pedí que se ubicara en un rinconcito, ¡no sabía que hacer con él! porque para mi era una gran emoción tenerlo allí pero no podía creer la situación y él sin ningún problema se acomodó y dispuso a cooperar” relata Rita sobre una de las tantas experiencias que tiene para compartir de estas tres décadas.
“Yo acá aprendí mucho de los historiadores, y su calidez propia del enseñar, de transmitir el conocimiento ya que la mayoría de los que han llegado aquí son de una generación de enciclopedistas  y docentes. De ellos aprendí a conservar, a trabajar sobre las fuentes” menciona agradecida.
Andrea Muñoz que desde el año 2017 se incorporó acompañando a Rita en las tardes, habla de los “grandes intelectuales de la época que pasaron por la institución”.
Ella, que además trabaja en la biblioteca de la Facultad de Agronomía de la UdelaR comenzó cuando la biblioteca estaba en la calle Uruguay, pero antes había estado en los Conventuales, “bien enfrente al claustro del convento”.
La hasta entonces, más reciente mudanza se dio en el año 2019 a su ubicación actual en el antiguo patio de invierno de la Casa Lerena.
“Siempre reduciendo espacio, por eso para mi y para todo el que trabaja en biblioteca el espacio es fundamental” sostiene y es que por más que hoy la mayoría de las publicaciones tengan un soporte digital, “en esta área es fundamental el espacio porque son muchas las publicaciones que se reciben en formato papel y es bueno mantenerlas como archivo documental ya que a veces no están en otros lugares, como las que recibimos del parlamento o de los ministerios” afirma con propiedad Andrea, quien ahora está cursando una especialización en patrimonio documental.
Las bibliotecólogas también cuentan que antes, recibíamos a través de canjes revistas académicas de toda América Latina y Europa, que hoy ya no se realizan más porque la mayoría de esas publicaciones están en formato digital como sucede con Cuadernos del Claeh. Esos ejemplares quizás, sólo existentes en nuestra institución, valen como colección y en tal sentido debemos atesorarlas.
“Además hay usuarios que aún les interesa leer en papel” reafirma en defensa del formato clásico mientras que Rita confirma: “Y el libro físico da mucha independencia”.

Biblioteca en sede Montevideo.

La mayoría de los usuarios internos son estudiantes y docentes de Facultad de la Cultura, consultan bibliografía básica y material bibliográfico para los proyectos de final de carrera y ahí reciben el apoyo directo de Pamela Charlin que los acompaña en ese proceso y luego es testigo directo de las defensas de tesis. Por su parte, el catálogo es consultado por investigadores, historiadores, e incluso desde Argentina se hacen muchas solicitudes de títulos de producción local que se escanean y envían.
“Nuestro sueño desde hace mucho tiempo es hacer un repositorio de todas las publicaciones de la institución. Es una forma de visibilizar a la institución y poner en valor”.
Como grandes joyas de la instalación, que contabiliza 13.470 ejemplares Rita destaca la investigación de Juan Pablo Terra sobre la pobreza, “que es un estudio fundamental que la institución debería continuar porque quedó como trunca. El vaticinó lo que está pasando ahora y describió la pobreza infantil tal cual es y a su vez fue un discípulo directo de Lebret, y eso es un capital”.
Para Andrea “la joyita” está en un rescate reciente de un gran acervo cultural. “Si recordamos en la dictadura se cerraron todas las facultades de la UdelaR y nosotros fuimos la única institución que permaneció abierta y en verdad en la que se formaron muchos politólogos y sociólogos que no podían hacerlo con la universidad cerrada” relata.
“Esos materiales son joyita. A su vez aquí en ese momento se dictaron cursos, vino mucha gente en la apertura democrática a dar charlas, mesas de discusión y eso se grababa todo en cassettes y un visionario fue Alejandro Coto de archivarlos para que fueran insumos de futuras investigaciones pero también valía la ponencia de cada cual como tal”.
Andrea menciona con orgullo que en el año 2022 pudieron rescatar más de cuatrocientas piezas documentales en cinta y como trabajo final de su especialización propone el inventario y la digitalización de al menos una tanda de ellos. Después hay además documentos primarios de investigación, reglamento de la institución, memorias anuales de décadas atrás que relatan la riqueza de la fundación, que es patrimonial porque las instituciones sin memoria no existen.

Lecturas recomendadas

Rita: Me gusta la novela histórica y los relatos orales y las historias locales de personajes reales. Un autor: Mauricio Rosencof.
Andrea: Me gustan las novelas, la narrativa. Una autora: María Dueñas. Un libro que me conmovió;  “El niño con el pijama de rayas”​ del autor irlandés John Boyne.
Pamela: Un libro que me marco es “La amiga estupenda” de Elena Ferrante. Es una novela que te atrapa desde la primera página y te transporta a un mundo lleno de emociones, relaciones complejas y una profunda exploración de la amistad. La autora centra a los personajes en la ciudad de Nápoles de mediados del siglo XX.  Elena y Lila son los personajes, cuyas vidas se entrelazan de manera fascinante. Es el inicio de un viaje literario inolvidable que te hará reflexionar sobre la naturaleza de la amistad y la búsqueda personal.
Un libro que recomiendo: “Relato de un náufrago” de Gabriel García Márquez es una obra breve, pero impactante, muy sencilla y rápida de leer que te hará valorar la fuerza y la resiliencia del espíritu humano. Es una lectura inspiradora y conmovedora.
Lucía:  Un libro “El Coronel No tiene quien le escriba” de Gabriel García Márquez. Un top tres de lecturas que no pueden faltar: El Principito. “Creo que sea cual sea el momento de la vida en el que lo leas siempre va a tener una nueva perspectiva”. “Rayuela” de Julio Cortázar, después Isabel Allende, Mario Benedetti “entre tantos otros que por más que los leas siempre vas a encontrarle un sentido diferente según la edad y circunstancia”.
Belén: “Mario Benedetti con La Tregua me marcó y me hizo entrar en la literatura uruguaya”
El Top tres de lecturas sería La Tregua y luego “algo o todo de Gabriel García Márquez e Isabel Allende”.

Sede Punta del Este

Lucía si bien no tiene presente una anécdota, si trae como una gran experiencia lo que llama; “la otra cara de la biblioteca”, recordando que muchos estudiantes vienen del interior, desde el litoral y el norte, “y están solos acá entonces muchas veces contenemos y acompañamos, cuando se frustran o extrañan”.
Para Belén lo más preciado es la colección, que es un material muy útil para los estudiantes y el intercambio con el estudiante, en la ayuda continua no solamente con el libro, sino motivándolo con el estudio y la vida universitaria lo que es parte del día a día.
En Biblioteca sede Punta del Este entre las dos colecciones hay 10.680 ejemplares. El último ingreso fue un ejemplar sobre Acupuntura la pasada semana y más una veintena de libros recreativos adquiridos para el novel espacio de esparcimiento.
Para Lucía en ese sentido “lo más preciado es nuestra sala, en general las bibliotecas son oscuras y la nuestra es amplia, luminosa. Estamos en plena creación del espacio recreativo, el que intentamos sea muy acogedor y que los estudiantes estén cómodos a la hora de estudiar ya que la mayoría de ellos pasan gran parte del día en la biblioteca”.
Entre usuarios hay un equivalente entre la comunidad de las facultades de Derecho y Medicina si bien esta última pasa más tiempo en la biblioteca, pero sobre todo porque hay años que demandan estar todo el día en la facultad y por eso están más tiempo en la biblioteca. Entre los materiales más usados están los atlas y los códigos.
Como proyecto está encaminando un espacio recreativo que surgió a iniciativa de los estudiantes, que llevó a las bibliotecólogas a hacer una investigación para validar su viabilidad   y como el estudio fue muy positivo se decidió impulsarlo, lo que aún está en proceso.
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