Homenaje Internacional a Edgar Morin el Humanista Planetario
Cuatro veces veinte años…
Por Luis Carrizo, Uruguay [1]
Ese día, en la Sala Mayor del Palacio de la UNESCO, en París, el clima era tan cálido como en las calles estivales que habíamos transitado hasta Place de Fontenoy. Pero era otra agradable calidez la que se disfrutaba en ese amplio recinto. Gentes de muy distintos lugares y lenguajes se daban cita a esa hora, las cinco de la tarde, para acercar su presente hecho memoria como regalo aniversario para uno de los pensadores más fértiles de esta época. Edgar Morin cumplía 80 años de vida y de resistencia.
Un 8 de Julio de 1921 había abierto los ojos curiosos de vida, desde allí, desde este París que hoy le rinde homenaje como hijo dilecto. Un dato cronológico que marcó la historia de un parto difícil, que no debió haber sido pero fue. Un nacimiento que, en la previsión médica, excluía la posibilidad de sobrevida para ambos, madre e hijo, pero cuyo destino arrancó de la muerte al uno y mantuvo con vida a la otra. Primera contradicción, primera integración.
A partir de allí, la historia de quien deviniera uno de los mayores pensadores contemporáneos, se hace amiga de la contradicción, la curiosidad, la reflexión, el misterio. La esperanza y la desesperanza, la alegría y la tristeza, el escepticismo y la utopía… fueron marcas de fábrica de una aventura que, aún hoy, mantiene la vitalidad de un pensamiento siempre inacabado.
Ocho décadas más tarde, la UNESCO -casa emblemática en lo que hace a vocaciones morinianas- conjugó esfuerzos con el Ministerio de la Educación Nacional de Francia para organizar un Homenaje Internacional a Edgar Morin en esta fecha.
En esencia, una fiesta de cumpleaños con innumerables amigos -desde los más veteranos camaradas de ruta hasta los más recientes cómplices de su aventura. En donde no faltó la música -desde Beethoven a Serrat pasando por el Flamenco. En donde no faltó el sorprendente recuerdo en imágenes, con una “première” del Video Homenaje Un Abecedario Moriniano. En donde no faltó, por último, la posibilidad de brindar por la vida, la fraternidad y el conocimiento, lema trinitario que surge espontáneamente al acercarse a este joven octogenario.
Este Homenaje, convocando a más de un centenar de voces de todo el planeta –testimonios sobre el amigo y su obra– era merecido. Desde hace más de cincuenta años Edgar Morin ha insistido en crear nuevos caminos en la manera como vemos el mundo, incluídos nosotros mismos. Con generosidad en la pluma y en el encuentro, Edgar ha sabido trasmitir una concepción ética, una nueva organización de saberes, un modelo de resistencia contra las barbaries del conocimiento esclerosado, una mayor comprensión de los demonios que nos habitan y de la tierra-patria que habitamos. Un Método.
Para nosotros, desde este pequeño Uruguay meridional, fue muy honroso y grato recibir la invitación a compartir la mesa de testimonios en este Homenaje.[2] Hace largo tiempo que seguimos de cerca las andanzas de este caballero de la ciencia y, afortunadamente, hace varios años que compartimos con él entrañables encuentros y debates, desde su primer aterrizaje en Montevideo -allá en Abril del ‘98- hasta hoy día. Río de Janeiro, Buenos Aires, Barcelona, Lisboa, Paris, han sido otros escenarios donde la “fertilización cruzada” del intercambio se proyecta con la fuerza de convocatoria y enlace que genera su influencia. La semilla de un pensar nuevo que este creador ha sembrado se esparce y crece en innumerables proyectos comunes, aquí en Uruguay y en tan diversas partes del mundo. De eso también dio cuenta esta Reunión-Homenaje: de la diseminación transfronteriza de un pensamiento que anhela una reforma, de una política de civilización, de una nueva humanidad planetaria.
En la fecha de su cumpleaños, quise llevar al amigo un presente. No se me ocurrió nada mejor que un libro que sintetiza, en título y contenido, aquellas cosas por las que tantos luchamos juntos: El libro de los abrazos, del escritor uruguayo Eduardo Galeano. Allí nos dice: “Desatar las voces, desensoñar los sueños: escribo queriendo revelar lo real maravilloso, y descubro lo real maravilloso en el exacto centro de lo real horroroso de América. En estas tierras, la cabeza del dios Eleggúa lleva la muerte en la nuca y la vida en la cara. Cada promesa es una amenaza; cada pérdida, un encuentro. De los miedos nacen los corajes; y de las dudas, las certezas. Los sueños anuncian otra realidad posible y los delirios, otra razón.” Así es con Edgar, con su vida, con sus labores –y con las nuestras.
Pero de Morin también he recibido regalos, que él ha ofrecido con generosidad. Me ha regalado sorpresa, al leer sus novedades; me ha regalado una nueva forma de organizar el conocimiento; una mayor comprensión de mis asuntos y de los otros; llaves para abrir las puertas del misterio y para abrir las puertas al misterio; afecto, diálogos y controversias, compartiendo el beber un “mate” (la infusión de mi tierra) entre amigos que no se sienten extranjeros.
En sus ochenta años de vida, Edgar Morin ha conocido muchas épocas, tanto histórico-sociales como personales. Ha sido agudo y crítico observador de un mundo convulsionado por radicales transformaciones sociales, políticas y tecnológicas. A ellas ha asistido, no desde la distancia, sino como voluntario protagonista de la historia en cuyo devenir pretende contribuir. Así, la Resistencia Francesa; así, los sucesos del ’68 –francés y universal–; así, el descubrimiento del ADN; así, la revolución científica y tecnológica de los Wiener, los Shannon, los von Neumann…; así, el ascenso y el ocaso del stalinismo y el mundo soviético; así, las nuevas configuraciones, fragmentaciones, integraciones de los Estados-Nación y la identidad planetaria.
En ese interjuego entre sujeto y mundo, el Morin-observador no ha dejado de observarse a sí mismo. De ello da cuenta la mayoría de sus obras, especialmente las que pueden ser consideradas como verdaderas autobiografías intelectuales. Desde ese enorme caudal de experiencia vivida intensamente y de reflexión rigurosa y arriesgada, va tomando cuerpo todo un sistema de ideas provocador y estimulante. Se trata de un proceso de libertad creadora y rigurosidad teórico-metodológica con alta implicación personal.
Rompiendo moldes, haciendo camino al andar, siendo un incansable promotor de saberes desalienados, Morin ha cumplido, en este verano francés, cuatro-veces-veinte años. Ese hombre del que leí (o escuché decir) que quería tener todas las edades: la curiosidad infantil y la rebeldía adolescente y la madurez adulta y la anciana sabiduría. Mírenlo allí: todavía hoy, como en un bucle retornando a novedades, terminando de escribir su Tomo V de El Método: La Identidad Humana...
El Preámbulo de la Constitución de la UNESCO nos dice que “si es en la mente de los hombres donde nace la guerra, será en la mente de los hombres donde deberemos construir los baluartes de la paz.” Para todos aquellos que abrazamos la misión y el compromiso de la UNESCO como propios, es una consecuencia natural tener, en Edgar Morin y en su obra por una reforma del pensamiento, a uno de los motores más trascendentales y decisivos para que esta misión se haga realidad.
[1] Luis Carrizo es Psicólogo, con especialización en Psicología Social y Maestría en Desarrollo Regional y Local. Ha sido co-fundador y Coordinador de la Red Uruguay para el Pensamiento Complejo. Miembro de APC (Association pour la Pensée Complexe). Es Secretario Ejecutivo del Comité Nacional en Uruguay del Programa MOST (Gestión de las Transformaciones Sociales) de UNESCO.
[1] El autor desea expresar su reconocimiento a la Embajada de Francia en Uruguay por su generosa cooperación para participar en este evento.
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Montevideo, Primavera del Sur, 2001.
[1] Luis Carrizo es Psicólogo, con especialización en Psicología Social y Maestría en Desarrollo Regional y Local. Ha sido co-fundador y Coordinador de la Red Uruguay para el Pensamiento Complejo. Miembro de APC (Association pour la Pensée Complexe). Es Secretario Ejecutivo del Comité Nacional en Uruguay del Programa MOST (Gestión de las Transformaciones Sociales) de UNESCO.
[2] El autor desea expresar su reconocimiento a la Embajada de Francia en Uruguay por su generosa cooperación para participar en este evento.
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